El problema de la identidad
y la diferencia en el ser humano se resuelve sobre los principios y leyes que
determinan la integración. ¿Por qué los entes se integran? Se integran para
conservarse dentro del sistema. Esto indica que los sistemas son producto de la
integración de los entes en aras de su conservación. ¿Sobre la base de qué
fundamento se integran los entes? Sobre la base de la afinidad de conservación
y complementación. Según la ley de la integración: “Los elementos que participan
en la integración tienen una afinidad de conservación y son cuantitativamente
proporcionales y cualitativamente diferentes”.
En la naturaleza los entes
se conservan formando sistemas. Los elementos libres son inestables, por tanto,
se desintegran o se extinguen. Para entender el problema de la desintegración
de la especie humana, es preciso entender su naturaleza, su esencia, y sus
niveles de organización. Estos elementos a la vez exigen principios universales
para integrarlos en un sistema conceptual. Este sistema conceptual no es
posible elaborar solamente analizando la naturaleza y esencia del hombre sin el
contexto de la naturaleza y del universo.
Si partimos de la premisa de
la unidad del universo, el hombre como especie es parte de esta unidad. Siendo
parte de dicha unidad, es correcto preguntarse ¿cómo se relaciona la especie
humana con los demás entes del universo?. Además, ¿cómo es posible la unidad
del universo? ¿Bajo qué principios universales el universo se sostiene?
Como podemos ver el problema
de la desintegración del hombre moderno nos lleva a las bases del ser, a los
principios universales que determinan la existencia temporal de los entes.
Empezaremos por un análisis
de la unidad del universo. El universo no es un vacío, está compuesto por
elementos. Estos elementos son entes. Los entes no están aislados. Todos los
entes interactúan. ¿Por qué interactúan? Si los entes no interactuaran serían
independientes, siendo independientes, el universo no sería una unidad. Por lo
tanto, la interacción de los entes determina la unidad del universo. Siendo el
universo una unidad, los entes son dependientes entre sí. Esto indica que los
entes no pueden existir por sí mismos, necesitan de otros para conservarse.
Entonces, se deduce que los entes interactúan por necesidad de conservación. Si
todos los entes del universo interactúan por necesidad de conservación,
entonces la conservación es un principio universal. Siendo la conservación un
principio universal emplearemos para interpretar la identidad, diferencia y la
integración del ser humano.
Pero, ¿en qué consiste la
interacción de los entes? Veamos los siguientes casos: dos átomos interactúan
por medio del intercambio de electrones, las células por medio del intercambio
de moléculas, los animales y las plantas como sistemas vivos interactúan por
intercambio de moléculas de anhídrido carbónico y oxígeno, y como organismos
vivos individuales interactúan por medio de las cadenas alimenticias. Estos
ejemplos de interacciones nos permiten notar algo común: el intercambio de
elementos. ¿Para qué sirven estos elementos? Para la conservación de cada ente,
en el caso de los seres vivos, los nutrientes se convierten en el organismo en
energía. Las plantas que son el soporte de la vida en la Tierra toman los rayos
solares, que son también energía. Todos los elementos que circulan en las
cadenas alimenticias son energía en estado de materia orgánica. Aún en el
interior del núcleo atómico las partículas elementales interactúan por medio
del intercambio de energía. Por tanto la interacción es el intercambio de
energía. En las cadenas alimenticias se ve que el intercambio de energía no es
recíproco, no hay intercambio de energía entre los seres vivos, sólo hay
consumo de energía de un ser vivo a otro. Por ejemplo, el águila se come a una
paloma, se vale de la energía contenida en la paloma para conservarse pero no
le da nada a cambio, no hay reciprocidad, esta interacción lineal da dos
resultados: la conservación del águila y la destrucción de la paloma. Estos
procesos de conservación y destrucción se repiten en todas las interacciones.
Así, la conservación y la destrucción determinan la temporalidad de todos los
entes.
Por un lado los entes son
dependientes, interactúan por necesidad de conservación, al conservarse destruyen
a otros entes de quienes dependen. Por tanto, no puede haber conservación sin
destrucción. Siendo la interacción universal, la conservación y la destrucción
que derivan de la interacción son también universales. Siendo universales son
inherentes también al ser humano.
Así, tenemos por el momento
la unidad del universo, la interacción universal de los entes, los principios
de conservación y destrucción, como premisas que podemos llevar a la
interpretación del ser humano, por ser parte del universo.
Empecemos por la naturaleza
del hombre. ¿Qué es el hombre? El hombre es un ser vivo, un ser social, y un
ser espiritual. Como ser vivo, tenemos la misma esencia de todos los seres
vivos de la naturaleza. Como ser social tenemos la esencia social que nos permite
conservarnos dentro de un sistema social. Esta esencia social determina nuestra
identidad social. Como ser espiritual tenemos una identidad universal que
determina nuestra identidad humana. Esta identidad humana nos diferencia de los
otros seres vivos de la naturaleza. Así, el hombre tiene tres dimensiones:
biológico, social y espiritual. Tiene tres esencias: esencia biológica, esencia
social y esencia espiritual. La esencia espiritual que determina nuestra
identidad humana constituye la esencia fundamental de nuestro ser. Por tanto,
la naturaleza del hombre es bio-socio-espiritual, y su esencia es su espíritu.
¿Cómo se manifiestan los
principios de conservación y destrucción en las tres esencias del hombre? La
esencia biológica se manifiesta en el anabolismo y catabolismo, es decir, en la
formación y destrucción de las células. El predominio de la conservación
determina el desarrollo del organismo. Lo cual indica que la conservación
consiste en ganancia de energía a favor del organismo. La destrucción es la
pérdida de energía, que se refleja en la enfermedad y en el proceso de
envejecimiento.
La esencia social se
manifiesta en la interacción del hombre con el hombre, esta interacción que se
manifiesta en múltiples aspectos, tiene una fundamental que determina la
conservación o destrucción de la sociedad, son las relaciones sociales de
producción de medios de vida.
Cuando la interacción del
hombre con el hombre es simétrica favorece la conservación de la sociedad, si
es asimétrica favorece la destrucción de la sociedad. La esencia espiritual se
manifiesta en la interacción del hombre con el hombre, y con el universo. Los
principios de conservación y destrucción determinan el estado de integración o
desintegración del espíritu humano, respectivamente. La crisis existencial del
hombre moderno es una muestra de su desintegración y, por tanto, el efecto del
principio de destrucción.
Siguiendo los dos principios
de conservación y destrucción, podemos afirmar que el principio de conservación
determina el desarrollo, que consiste en la ganancia de energía a favor del
sistema. Y el principio de destrucción consiste en la pérdida de energía que
determina el deterioro, extinción, envejecimiento, involución y muerte. ¿Cómo
se explica el principio de conservación y destrucción en el espíritu humano? El
espíritu siendo la esencia del hombre, su conservación o destrucción determina
la conservación o destrucción del mismo hombre. ¿Qué es lo que determina la
conservación del espíritu y qué determina su destrucción?
Si entendemos que la esencia
espiritual es la interacción del hombre con el hombre y con el universo,
tenemos que encontrar en esta interacción la conservación o destrucción de su
espíritu. El espíritu humano se conserva cuando gana energía, y se destruye cuando
pierde energía. ¿Qué tipo de energía gana el espíritu humano para conservarse?
Los valores: La información, el conocimiento, principios universales, los
sentimientos superiores, entendimiento, etc. Estos elementos le permiten al
hombre evolucionar espiritualmente. La pérdida o privación de estos elementos
le lleva al espíritu humano a su destrucción. Si el universo es una unidad, y
la esencia espiritual del hombre se funda en la interacción del hombre con el
hombre y con el universo, es justo que tienda en su evolución a su
universalización. La universalización del espíritu humano, se debe al principio
de conservación, a su necesidad de conservación dentro de la unidad que es el
universo.
Lo contrario a esta
universalización es la fragmentación del espíritu, esta fragmentación es lo que
determina la crisis existencial del hombre moderno.
Si la solución a la crisis
existencial significa seguir el principio de conservación, y si esto es posible
por medio de los valores que permiten la evolución del espíritu, entonces, es
preciso entender la naturaleza del espíritu humano.
¿En qué consiste la
evolución del espíritu? El espíritu es la esencia del hombre, pero a la vez es
una dimensión de su ser. Sabemos que la esencia determina la identidad. Tenemos
tres identidades que corresponden a nuestra naturaleza biológica, social y
espiritual en correspondencia a los tres niveles de organización: individuo,
sociedad y humanidad. Por tanto, las tres identidades son los indicadores de la
evolución de nuestro espíritu.
La identidad individual, se
funda en la esencia biológica y su relación con su entorno que permite la
conservación individual. Con la identidad individual surge la diferencia
individual.
La identidad social se funda
en la esencia social y refleja la relación del individuo con la sociedad que le
permite conservase dentro de la misma. La sociedad como sistema está
constituido por la integración de los individuos, en esta integración se supera
las diferencias individuales y surge otro nivel de diferencia, la diferencia
social o cultural.
La identidad humana se funda
en la esencia espiritual, y refleja la relación del hombre con el hombre, y con
el universo, y permite la conservación de la humanidad, en este nivel las
diferencias sociales o culturales se integran en la humanidad.
Sobre la base de las tres
identidades podemos apreciar tres etapas en la evolución del espíritu:
a) La identidad individual
compatible con el egoísmo,
b) La identidad social
compatible con el altruismo y
c) La identidad humana compatible
con el humanismo.
Si el egoísmo es una etapa
de la evolución del espíritu, entonces el egoísmo del hombre moderno refleja su
truncamiento en su primera etapa de evolución espiritual. ¿Por qué el espíritu
del hombre moderno no evoluciona hacia el humanismo? Primero porque no está en
la mente del hombre moderno la unidad del universo, la interacción universal de
los entes y los dos principios universales de conservación y destrucción. Por
ello, su espíritu no tiende a la universalización, sólo vive la fragmentación y
por ende tiende a involucionar por principio de destrucción. Lo cual indica que
el hombre necesita para la conservación de su ser espiritual paradigmas
universales o sistemas espirituales universales.
El hombre moderno al carecer
de sistemas espirituales universales, vive la fragmentación de su ser en la
crisis existencial, y está privado de evolucionar, su individualismo y egoísmo
se rige por antivalores. El individualismo y egoísmo del hombre no le permite
practicar los valores de convivencia colectiva ni los valores universales que
permiten la conservación de la humanidad. En consecuencia, el hombre moderno no
está preparado para la integración de la humanidad.
La integración de la
humanidad es el resultado de la integración de las sociedades. La integración
de la sociedad sólo es posible por la integración de los individuos. La
integración del individuo dentro de la sociedad es posible por su formación
universal que integra sus tres identidades: identidad individual, identidad
social e identidad humana. Mientras no formemos al hombre de espíritu humanista
o universal, no tenemos esperanza de conservación como especie humana. La
formación universal del hombre es fundamental para resolver el problema de las
diferencias y el problema de la crisis existencial y por tanto, el problema de
la autodestrucción del hombre.
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